martes, 28 de abril de 2009

Cuanta gente que transcurre por la casa, cuanto movimiento que se desliza en un sillón de garche. Un objeto activo, que hace y juega a no hacer, hasta que no hace. La pasividad del humano se me enfrenta y me viola.

"...esbozó una sonrisa de conquistador e introdujo su lengua entre los pelos. Enferma, iluminada, Marie parecía feliz, sonrió sin abrir los ojos. Una alegría insoportable la elevaba hacia un cielo inmenso de donde, entre nubes negras, emanaba un calor terrestre."

"Con los ojos húmedos de lágrimas, ella se reía y se debatía. La felicidad nos agarró de los pelos, como si hubiésemos estado enfermos y hubiéramos debido ser operados.

-¡Cerdo!- me gritó ella.

-¡Insúltame!

-Te convertiré en una sucia cochina- le dije a media voz.

Ella metió su lengua en mi boca.

Con el aumento de la excitación, ya no sentiamos el extremo malestar. Ella me dijo:

-Me miras así, de abajo, como un perdido. Mirame en el fondo de los ojos. Dime, si miras ahí, te lo muestro, te ríes. Me voy a vestir, me mirarás fijo en el fondo de los ojos, sabrás bien lo que quiero con el fondo de los ojos. Querría que tuvieras los ojitos de un chico, ojos que desvisten, ojitos oblicuos que se burlan. Querría que me miraras al mismo tiempo debajo de la falda y hasta en el blanco de los ojos. ¡Ah, si fueras dos, si fueras diez!"

Fragmentos de "El muerto" y "Santa" de ese tipo degenerado, un tal Jorge Batalla.

 
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